La mar siempre goza de esperanza
Luis Haranburu titula su libro “la mar no tiene esperanza”.
Seguro que Ines no ha oído hablar de Arantxa; seguro que el amor le trajo mil
pesares; seguro que aquel día amaneció de una manera triste. No obstante, no
podemos decir lo mismo en esta ocasión. Después de haber compartido la
experiencia de ayer, y si tuviésemos que reeditar este mismo libro, en un trance
de absoluta originalidad, la frase se mudaría de aires designándolo como “la
mar siempre goza de esperanza”. En esta ocasión no habría Ines alguna, sino
alguien llamada Arantxa. Ella es la protagonista de esta historia y ella es
quien ha sentido ese nuevo amor. Sin embargo, en vez de tratarse sobre el amor
entre ella y otra persona, se ajusta más al amor entre ella y la propia
naturaleza. Sería un amor entre la mar, la montaña y Arantxa, un amor al propio
susurro de los pájaros, un amor a la brisa que le baña. Y el desamor… carece de
existencia.
Bien sabemos que hablamos de manera metafórica, pero que
mejor que hacer uso de los recursos literarios para sobresaltar que el día de
ayer fue especial. Y es que eso mismo fue el día de ayer. Precioso, perfecto. Y
Arantxa, disfrutando de la cornisa de la Talaia bidea en su silencio. Solamente
podemos decir que la esperanza siempre queda plegando las agujas del tiempo, y de
eso Arantxa sabe mucho. A raíz de ello no se podía esperar otra recompensa. Un momento
extraordinario.
GURPILTREK BY KEMEN
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